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Fanfic: "Key to the heart" Prologo y Capitulo 1 - RL

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Mensaje  Ororo * Nebbia Dom Dic 19, 2010 5:03 pm

Nombre: "Key to the heart" [Llave al corazón]
Fandom: Katekyo Hitman Reborn.
Autor: Ororo, osea yo.
Clasificación: NC-17.
Parejas: Reborn x Lambo, quizás se nombren otras.
Género: AU, Drama.
ADVERTENCIAS: Yaoi [¡PORNO MAS ADELANTE!],algo de dolor, drama y quizás quizás un poco de violencia.

KHR no me pertenece.

Si no te gusta esto ¡No leas!.

"Key to the heart"


Prologo: "Una llave."


Todo ser humano espera encontrar a su alma gemela, a aquella persona destinada solo para si, para amarle, para estar a su lado, para nunca abandonarle.

Todo ser humano desearía que encontrar a su alma gemela fuera más fácil, que existiera algo que hiciera las cosas menos complicadas, que hicieran la búsqueda mas real, que hiciera sentir de que realmente existe un alguien para cada uno.

¿Y que pasaría si existiera? ¿Qué pasaría si existiera algo que hiciera nuestra búsqueda más fácil?

Un algo que pudiera ayudarnos a encontrar a nuestra alma gemela, que nos guiara, que nos diera pistas, que estuviera allí para decirnos que nuestra alma gemela esta allí, frente a nosotros.

Pues lo hay.

En este mundo todo ser humano al nacer, a su lado aparece una llave, una pequeña llave que será la que le ayudara a encontrar a su alma gemela.

La llave del corazón, tal como lo dice su nombre es la que nos dirá si estamos frente a nuestra alma gemela o no. ¿Pero como saberlo?

Simple.

La llave desaparecerá en las manos de aquel que sea nuestra alma gemela.

Pero recuerden.

El amor es mutuo, dos personas solo podrán ser felices cuando ambas llaves desaparezcan en las manos de su pareja, solo así podrán decir con seguridad que están hechos el uno para el otro, ya que poseen las llaves del corazón de su alma gemela.

Pero si bien las llaves hacen la búsqueda mas fácil, eso no hace que las personas sean mas fáciles de lidiar, muy por el contrario, los seres humanos siguen siendo iguales, sin ningún cambio, tan agresivos, tan letales, tan complicados como lo han sido siempre.

La llave puede ayudar a encontrar la felicidad, pero ¿Qué sucede cuando la persona prefiere nunca encontrar la felicidad? ¿Acaso la felicidad vendrá a tocar a su puerta? ¿Será acaso capaz de recibirla? O simplemente la ignorara como a ignorado el cariño de la gente toda su vida.

Nadie dijo que amar es fácil, y nuestros protagonistas, lo descubrirán de la manera más cruda.

Porque muchas veces, el amor se encuentra escrito con sangre.

Fin del prologo.
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Mensaje  Ororo * Nebbia Dom Dic 19, 2010 5:11 pm

"Key to the heart"


Capitulo 2: Error.


- "Esto supero con creces las expectativas que tenia sobre ti…el resultado a sido bastante mas interesante de lo esperado, excelente trabajo" - la voz del otro lado del teléfono se detuvo, esperando – "…Aunque quedó un cabo suelto" – frunció el ceño ante lo ultimo, un pequeño error, el primero en toda su carrera, no quería que nadie se lo recordara, se lo restregara en el rostro.

Espero mi dinero dentro de las siguientes dos horas – respondió de manera cortante, del otro lado de pudo escuchar una risa nerviosa, podía percibir el miedo que lograba infundir en las personas, y le gustaba, saber que podía causar todo eso en la gente.

- "Por supuesto, allí estará todo"

- Excelente. – y con esa ultima palabra cortó la llamada para luego dejar el celular sobre el escritorio que había en la habitación.

Era una habitación elegante, podía verse el cielo estrellado desde las enormes ventanas, el brillo de la ciudad algunos pisos mas abajo, este era uno de los hoteles mas caros por este sector. Con una sonrisa satisfecha en el rostro de deshizo de su chaqueta y sombrero, los que dejó apoyados sobre l asilla del escritorio. Se pasó una mano por su cabello negro, el que llevaba peinado hacia atrás, le dolía un poco la cabeza, lo mejor seria descansar un poco, y con ello en mente se adentro hasta el cuarto de baño, una vez allí no pudo evitar detenerse a ver su propio reflejo. Un enigmático par de ojos dorados que resplandecían con poder, inteligencia y muerte le devolvieron la mirada, no parecía tener mas de 27 años, pero todo su ser denotaba que no se trataba de cualquier individuo, alto y esbelto, vestido impecablemente con un armani negro, sonrió de medio lado. Era atractivo, con una exótica belleza que parecía gritar peligro.

Comenzó a deshacerse de su ropa, la que fue apilándose en el suelo del baño, para luego adentrarse en la ducha, sintiendo como el agua caliente acariciaba su piel como un amante conocido.

No tomó demasiado tiempo en la ducha, cerró las llaves de agua y salió del cuarto de baño con una toalla envolviendo su cintura mientras que con otra toalla apoyada en sus hombros se secaba su cabello negro.

- Demonios – soltó en un susurro cuando la toalla que estaba usando para secar su cabello negro se enganchó en el collar que llevaba puesto. Con cuidado desenredo el uno del otro, una vez libre dejó caer la toalla sobre la cama. El collar que llevaba puesto tenia forma de llave, el metal era claro, la forma peculiar, casi como si tuviera un par de cuernos, y en medio una preciosa gema de color verde brillante, la que resplandecía maravillosamente cuando la luz le tocaba, lo que no sucedía muy a menudo, ya que prefería mantener el collar fuera de visto, oculto o simplemente guardado, lo que le llevaba a cuestionarse ¿En que momento se lo había colocado? Enarcó una ceja y soltó un bufido, no valía l apena cuestionarse mas, después de todo era algo insignificando, tenia cosas mas importante en las que pensar y de las que tenia que encargarse.

Se sacó el collar y lo depositó sobre el mueble que había junto a la cama, para luego vestirse con unos pantalones holgados de color negro y una polera del mismo color, se dejó caer sobre l acama, haciendo a un lado los documentos y papales que tenia sobre esta, encendió la televisión y comenzó a pasar los canales, en varios de los noticieros se anunciaba la muerte de los empresarios y dueños de la empresa Bovino, dedicada al desarrollo tecnológico armamentista, una sonrisa de medio lado se dibujo en sus labios, se detuvo en un canal.

- "Un trágico accidente durante un viaje de negocios"

Cambió el canal haciendo una mueca de desinterés.

- "Estalló en llamas el vehiculo que los transportaba tras haber chocado a la salida de un túnel, se presume fue un error del chofer que les llevaba"

Cambio el canal nuevamente.

- "Los cuerpos quedaron irreconocibles"

Cambió el canal y se clocó de pie, con el rostro cruzado por el aburrimiento, ¿Es que no había nada más que decir?

- "¿Qué sucederá ahora con el joven heredero Bovino?"

El hombre de ojos dorados miró atentamente el televisor, en el que se podía ver la imagen de alguien siendo subido a una ambulancia recostado en una camilla.

- "Lambo Bovino de tan solo 15 años fue trasladado al hospital Millefiore tras ser informado del trágico destino de sus padres"

Apagó el televisor, no necesitaba saber nada más. Se acercó a la ventana, cerrando los ojos un segundo se masajeó la frente con lentitud. No debió suceder de aquella manera, dentro de su cabeza repasaba una y otra ver todo lo que había hecho y la consecuencia de cada una de sus acciones, algo no había salido como lo había planeado, algo de ultimo momento, un detalle que había provocado este desenlace, uno que por supuesto no le satisfacía para nada.

Sobre la cama descansaba una carpeta abierta, fotografías, papeles y documentos, entre todas esas cosas descansaba una fotografía en donde se podía ver a la pequeña familia Bovino, padre y madre ahora fallecidos y el joven heredero, Lambo Bovino, un niño de tan solo 15 años, el que ahora debería cargar con el error que por ver primera él había cometido.

- Solo un pequeño error técnico, nada mas – susurro para si mismo pasando la mirada por todas las cosas que tenia sobre la cama, lo que haría ahora no seria complicado, muy por el contrario, sería extremadamente sencillo de realizar. Regresó a sentarse en el borde de la cama, a un lado de esta descansaba un maletín negro, el hombre de los ojos dorados lo tomó y lo colocó sobre la cama, justo frente a el. Tras introducir el código del candado digital que cerraba y protegía el contenido del maletín lo abrió. Una amplia y macabra sonrisa se dibujo en sus labios – Perfecto –De repente su celular comenzó a sonar, con movimientos llenos de elegancia se puso de pie y tomó su celular - ¿Si?

- "¿Recibiste lo que te envié?"

- Si, acabo de verlo.

- "Asumo que captó tu atención"

- Bastante.

- "Tengo mas cosas que podrían interesarte"

- ¿Tú crees? – soltó con voz cargada de ironía.

- "Estoy seguro de ello"

- Perfecto.

- "En el lugar de siempre, mañana"

- Allí estaré. – y tras eso finalizo la llamada.

Una vez finalizada aquella llamada dejó el celular sobre la cama y se cruzó de brazos, meditando que es lo que haría a continuación, necesitaba un plan, no uno muy elaborado, pero uno lo suficientemente completo para que no permitiera error alguno. Se sentó en el borde de la cama y tomó una de las fotografías que descansaban sobre esta, aquella en donde salían la familia Bovino.

- ¿Qué haré ahora contigo? – sonrió de medio lado, clavando sus determinados ojos dorados en la figura que era el joven Lambo Bovino, ese par de ojos verdes devolviéndole la mirada, sin saber lo que ahora se avecinaba, lo que el destino le tenia deparado, no solo al joven adolescente, sino que también al hombre de ojos dorados. El destino estaba apunto de golpearles con una fuerza inimaginable – Las cosas están por ponerse interesantes – susurró poniéndose de pie.

Mientras, alejado de aquel prestigioso hotel, en el hospital Millefiore, en una de las habitación VIP, descansaba el inconciente heredero Bovino, su cabello castaño oscuro revuelto sobre la blanca almohada, las sabanas cubriéndole hasta el torso, su respiración acompasada y mucho mas tranquila, a su lado un antiguo socio de sus padre y amigo de la familia, en especial del joven. El joven presidente de la compañía Vongola, Sawada Tsunayoshi, de unos 24 años.

- Todo estará bien Lambo, todo estará bien – susurraba el joven de cabello castaño, sujetando entre sus manos una de las manos del adolescente.

Lambo había entrado en un estado de shock al escuchar por teléfono que sus padres habían muerto, el chico simplemente había colapsado, sino hubiese sido porque Tsunayoshi estaba en la casa de Lambo, quizás las cosas hubiesen resultado de otra manera, bastante diferente, y mucho mas triste. El joven de cabello castaño estaba realmente preocupado, Lambo siempre había sido un chico sensible, bastante emocional, quien sabe cuanto daño todo esto le estaba causando por dentro, eso y sin tomar en cuenta todas las repercusiones mediáticas que todo esto causaría, y el daño que podría causarle al mismo Lambo, Tsunayoshi estaba seguro que Lambo seria incapaz de lidiar con el peso de la prensa, la que de seguro se lo comería vivo, eso y sin sumar todo lo relacionado con la herencia, la empresa, abogados, el consejo de accionistas, todo esto seria un maldito desastre. Por ello había tomado una decisión, si algo podía hacer para ayudar al joven Bovino lo haría sin dudarlo, en este momento Lambo necesitaba de alguien a su lado, y el estaba dispuesto a ser ese alguien.

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Podía escuchar voces, aunque no podía distinguir que era lo que decían, escuchaba ruidos lejanos, pasos ¿Qué sucedía a su alrededor? Intentó abrir sus ojos, pero los sentía demasiado pesados, aun estaba muy cansado. A pesar del cansancio y del hecho que sentía todo su cuerpo adormilado entre abrió sus ojos, veía siluetas borrosas, como personas detrás de un vidrio empañado, la luz era potente, y dolía, soltó un leve gruñido de molestia al intentar mover su mano para cubrirse los ojos.

- ¿Lambo? – esa voz le parecía conocida, muy conocida.

- ¿Ah? – intentó preguntar, decir algo, pero sentía su garganta rasposa, como si hubiese estado gritando, ¿gritando?

- No te esfuerces, descansa – escuchó esa voz nuevamente, que le calmaba, le brindaba seguridad. Obedeciendo dejó de hacer esfuerzo y cerró sus ojos verdes, regresando a la oscuridad y a la calida inconciencia.

- ¿Qué hará con el Décimo? – Tsunayoshi se puso de pie de la silla que había estado ocupando, dándole la espalda a la figura durmiente de Lambo miró a su asistente y mano derecha, un joven de su misma edad con cabello platinado, varios aros en sus orejas y anillos en sus manos.

- Tengo algunas cosas en mente – le respondió en un susurro, no quería despertar al menor – Por favor encárgate de los preparativos del funeral y pídele a mis abogados que estén en la oficina el lunes temprano - dijo con firmeza.

- Por supuesto – le dijo - ¿Algo mas? – preguntó tomando notas en su blackberry.

- No, eso seria todo. Gracias Gokudera-kun.

- De nada Décimo – le respondió el peliplateado saliendo de la habitación, dejando nuevamente solos al adolescente y al de cabello castaño, solos en la habitación del primero.

Tsunayoshi se sentó en una silla, junto a la cama de Lambo, cruzándose de brazos y piernas se dispuso a pasar la noche en ese lugar, sin moverse, debía velar por los sueños del menor, mas ahora que no tenia a nadie a su lado.

Cuando el sol comenzó a salir al día siguiente, los verdes ojos de Lambo Bovino se abrieron al mundo nuevamente, sin calmantes en la sangre, pudo pasear su mirada por sus alrededores, notando en cada detalle y en la evidencia de que no estaba en su casa, de hecho parecía la habitación de un hospital.

- ¿Dónde…- iba a preguntar, cuando la puerta de la habitación se abrió y por esta entró alguien a quien reconoció de inmediato.

- ¡Lambo! ¡Estas despierto! – exclamó acercándose.

- ¿Tsuna? – el castaño sonrió, al parecer el menor estaba bien, pero ¿Recordaba porque estaba en el hospital? Tsunayoshi se sentó en el borde de la cama con cuidado de no aplastar a Lambo.

- ¿Como te sientes? – inquirió con cuidado, clavando sus ojos castaños en los verdes del adolescente, los cuales reflejaban su confusión, miedo y duda ante esta situación ¿Qué estaba pasando? Tsuna supo de inmediato que todo esto seria mas complicado.

- Cansado – le respondió sentándose en la cama, de inmediato el mayor acomodó almohadas en su espalda – Gracias.

- No hay de que.

- ¿Qué sucedió? – Oh si, las cosas serian difíciles.

- ¿Recuerdas porque estas aquí? ¿Qué es lo que estabas haciendo antes? – dijo el mayor con sumo cuidado, analizando cada uno de los cambios de expresión del menor, sabía que era solo cuestión de minutos, sino de segundos para que todo el puzzle dentro de la cabeza de Lambo terminará de armarse y las cosas cobraran un macabro sentido.

- Yo…- Lambo guardo silencio y luego sus ojos verdes se abrieron de imprevisto, y Tsuna lo vio. El adolescente acababa de recordar, su rostro empalideció de inmediato y lagrimas se agolparon en sus preciosos ojos verdes, las que rápidamente comenzaron a deslizarse por su rostro – No…no…- susurraba mientras se cubría el rostro con sus manos.

- Lo siento tanto Lambo – fue lo único que supo decir el castaño, nunca había sido bueno para lidiar con esta clase de cosas, no sabia que decir o hacer, así que lo mejor era simplemente estar allí para el, era lo mínimo que podía hacer. Así que acercándose hasta estar sentado junto a Lambo le envolvió entre sus brazos, dejando que llorara en su hombro, sintiéndole temblar, sintiendo como se aferraba a el como si su vida dependiera de ello – Todo estará bien…no te preocupes, yo estaré contigo…- le repetía una y otra vez dibujando círculos en la espalda del menor, intentando transmitirle calidez y cariño.

Los padres de Lambo siempre fueron personas ocupadas, exitosas en sus trabajos, con una prominente carrera que acreditaba cada una de sus acciones, pero no por ello desatendían a su único hijo, muy por el contrario, cuando podían estaban con el, cuando la oportunidad se daba viajaban juntos, disfrutaban de cosas simples, reían y gozaban como una simple familia. Pero ahora ya no habría nada de eso, no mas viajes, no mas cenas en familia, no mas risas, nada…ante ese solitario futuro, no pudo mas que abrazar a Tsuna y llorar, llorar como si no hubiese un mañana, tal como él sentía en aquel momento, no mañana, no futuro, ¿Qué demonios haría ahora?

Cuando ya no le quedaron mas lagrimas que derramar, cuando simplemente dejó de temblar en los brazos de Tsuna, soltó con voz trabajada y algo quebrada.

- ¿Qué demonios haré ahora? – Tsuna le estrechó entre sus brazos con fuerza, con firmeza, con cuidado y cariño.

- No te preocupes, yo te ayudaré, yo estaré contigo, no te dejaré solo – le dijo el castaño sin soltarle.

- ¿En serio?

- Por supuesto.

- Gracias.

- Es lo menos que podía hacer.

- De verdad…Gracias.

- Lo sé – fue lo único que pudo decir el mayor, porque sabia lo agradecido que estaba en ese momento, lo necesitado que estaba de alguien en quien apoyarse, un pilar para así no desmoronarse.

La puerta de la habitación se abrió y por esta hizo acto de presencia el peliplateado asistente de Tsunayoshi, a pesar de no querer interrumpir aquella escena, debía hacerlo.

- Décimo – soltó con cuidado acercándose a la cama, en donde el castaño se separaba poco a poco del menor.

- Dime – le devolvió una vez que se separó por completo de Lambo y se sentó en la silla junto a la cama.

- Esta todo listo – Gokudera no tuvo que decir que era lo que estaba listo, Tsuna supo de inmediato de que se trataba, los preparativos del funeral, lo mejor era no decirle nada a Lambo aun.

- Perfecto – soltó mirando de reojo al adolescente, el que tenia la mirada clavada en la ventana y en el brillante cielo despejado en el exterior - ¿Para cuando?

- Para cuando usted día – le respondió el peliplateado.

- Entiendo – cuando dijo esto clavó sus ojos cafés en Lambo, el que parecía completamente ajeno a la conversación que se llevaba a cabo a su lado.

- ¿Décimo?

- Que sea mañana – soltó Tsunayoshi sin desviar la mirada de Lambo, algo en su interior le decía que el adolescente sabia perfectamente de que estaban hablando – Encárgate.

- Por supuesto – y tras eso salio del lugar a paso lento.

El silencio les envolvió por segundos que parecieron eternos, Tsuna no sabia que decir, mientras que Lambo no estaba seguro de querer escuchar algo.

- ¿Lambo?

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Igual a los pasados dos días, el cielo estaba impecablemente despejado, un cielo celeste sin una nube, un sol brillante. ¡Oh la ironía de tanta belleza y sensación de paz!

Lambo Bovino estaba en la tina de su cuarto de baño, abrazando sus rodillas, el vapor lo envolvía todo, su rostro húmedo dejaba la incógnita si es que estaba llorando o no. No sabia muy bien cuanto tiempo llevaba en el agua, pero no le importaba del todo, su cabeza estaba cruzada por miles de imágenes y palabras, cerró sus ojos verdes con fuerza, no quería pensar en nada ¡Absolutamente en nada!

- ¿Lambo? – escuchó un suave golpe en la puerta del cuarto de baño seguido de la conocida voz de Tsuna, el castaño le había acompañado en el hospital y ahora se quedaría con el en la mansión Bovino.

- Ya voy…- fue la escueta respuesta del adolescente, no valía la pena alargar mas todo esto, debía salir en algún momento y enfrentar la realidad, auque doliera.

Con movimientos lentos salió de la tina para luego envolverse en una mullida toalla blanca, sus ojos comenzaron a arder nuevamente, tenia ganas de llorar, peor no podía hacer esperar a Tsuna, el que tanto le había ayudado y que estaría con el lidiando con todo este desastre.

Así que tragándose su llanto se vistió y salió del cuarto de baño. Sentado en el borde de la cama estaba Tsuna, impecablemente vestido con uno de sus elegantes trajes, Lambo se sentía tan fuera de lugar el no era atractivo, ni elegante, no tenia seguridad ni mucha confianza, se llevó una mano al cuello y apretó entre sus dedos el collar que siempre llevaba puesto.

Una empleada dejo tu ropa en esa silla – le dijo el mayor con voz suave señalando la silla del escritorio, Lambo asintió y tomando la ropa volvió a adentrarse en el baño, Tsuna simplemente suspiro, esto seria complicado, sabia que Lambo no quería mostrarse débil, pero era solo un niño, un adolescente que no solo tenia que lidiar con toda una etapa de cambios, sino que también ahora tendría que lidiar con todo un mundo de adultos al que no estaba preparado.

Mientras esperaba a Lambo el celular del castaño comenzó a sonar, sacándolo de su bolsillo contesto.

- ¿Diga?

- "Décimo" – era la voz inconfundible de su asistente del otro lado de la línea.

- ¿Sucede algo Gokudera-kun? – inquirió poniéndose de pie y acercándose a una de las enormes ventanas que tenia la habitación del adolescente de ojos verdes.

- "Recuerde que tenemos una reunión con el escritos mañana" – le dijo casi como si estuviese leyendo aquello, y sin dudarlo el castaño sabia que el otro lo estaba haciendo.

- ¿Escritos? ¿Cuál era su nombre?

- "Rokudo Mukuro"

- ¡Ah si! Lo recuerdo, podrías enviarle un mensaje y pedirle que pospongamos la reunión para la próxima semana.

- "En seguida"

- Gracias Gokudera-kun

- "De nada Décimo" – Y tras eso ultimo finalizó la llamada, Tsuna guardo su teléfono en el bolsillo justo en el momento que Lambo salía del cuarto de baño, el castaño le miró y sonrió con nostalgia. El adolescente estaba impecablemente vestido con un traje negro, llevaba los primeros botones de la camisa abiertos y la corbata en su mano, en su rostro se veía la incomodidad.

- ¿Sucede algo? – preguntó Tsuna preocupado.

- No se hacer el nudo – dijo en un susurro tímido

- Yo te ayudo, no te preocupes – el mayor se le acercó y colocándose frente al menor sujeto la corbata e hizo el nudo con movimientos rápidos y precisos – Ya esta – Lambo movió la cabeza en asentimiento y agachó la mirada.

- Gracias.

- De nada. – Tsuna colocó sus manos sobre los hombros del menor, el que levantó la mirada al sentir los ojos castaños del otro sobre el, haciendo que sus miradas se encontraran - ¿Estas listo?

- No lo se – respondió con sinceridad, a lo que el castaño simplemente sonrió de medio lado con sus ojos cafés cargados de tristeza.

- Vamos – dijo indicando la puerta de la habitación, Lambo simplemente asintió y se acercó a esta, Tsuna siguiéndole de cerca.

Afuera les esperaba un vehiculo negro, Gokudera Hayato, asistente de Tsuna se encontraba de pie a un lado de este. El castaño movió la cabeza en asentimiento y su asistente abrió la puerta, primero entró Lambo, dejando así que los dos mayores pudiesen discutir unas cosas antes.

- Yo iré en el vehiculo de atrás – dijo el peliplateado señalando el otro vehiculo que ninguno de los otros dos parecía haber notado.

- ¿Solo? – inquirió Tsuna.

- No, Yamamoto me acompaña – Soltó casi en un susurro, a lo que el mas bajo simplemente sonrió.

- Bien, entonces nos veremos alla.

- Por supuesto – Y tras ese breve intercambio de palabras Tsuna se adentró en el vehiculo cerrando la puerta.

El viaje fue terriblemente silencioso, Tsuna fradaba cada tanto al adolescente sentado junto a el, el que parecía perdido mirando por la ventana de cristales polarizados, pudo notar que el mejor jugaba con el colar que llevaba puesto, una llave, de metal oscuro con un franja roja hecha de pequeñas piedras rojas, rubíes quizás. Era una joya simple, pero elegante, Lambo parecía mas calmado mientras tenia aquella llave entre sus dedos.

Solo fueron unos minutos mas antes de que el vehiculo se detuviera, Tsuna soltó un largo suspiro y miró a Lambo, colocando una manos sobre el hombro del menor, el cual se sobresalto levemente ante el inesperado toque.

- ¿Tsuna? – aquellos ojos verdes se clavaron en los cafés de Tsuna.

- Es hora.

- Esta bien.

Apenas bajaron del automóvil una marea de flashes de luz les cegaron, el castaño soltó un gruñido mientras sentía como Lambo se aferraba a su mano con fuerza.

- Demonios – esto seria mas difícil de lo que había creído – Malditos reporteros – soltó en un susurro justo cuando Gokudera aparecía a su lado como si siempre hubiese estado allí.

- Por aquí Décimo – indicó su asistente – Así evitaremos a la prensa.

- Gracias Gokudera-kun. – dijo sin soltar la mano de Lambo siguiendo a su asistente por entre la gente y las luces hacia un costado del edificio principal del cementerio.

- Solo hago mi trabajo Décimo.

- Lo se, lo se.

Fin Capitulo 2.

Nota de la autora: ¡Hola! Había prometido subir algo, pero el tiempo comenzó a jugarme malas pasadas y al final no pude escribir nada hasta ahora. Pero bueno, lo prometido es deuda, yo había dicho que no dejaría botada ninguna de mis historias y aquí estoy cumpliendo con mi palabra.

Espero les haya gustado el segundo capitulo de esta historia que como ven, recién comienza.

Ororo.
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